DESCRIPCIÓN
La falta de hierro en las plantas o clorosis férrica puede provocar la defoliación completa de nuestros ejemplares.
Suelos alcalinos, o arcillosos, contaminación por CO2, poca movilidad del hierro, son algunos de los factores que pueden provocar la clorosis férrica. Se trata de una deficiencia que, en algunas especies como en el melocotonero, resulta prácticamente endémica y que si no se trata, puede provocar la defoliación completa de nuestras plantas.
Cuando las plantas tienen deficiencia o falta de hierro, suelen mostrar un amarilleo en las hojas, más conocido como clorosis férrica.
Los motivos que pueden llevar a una planta a padecer esta deficiencia son numerosos. Pueden tener su origen en el suelo (falta de hierro, problemas de absorción, altos niveles de metales…), en el ambiente, o incluso deberse a las características propias de la planta o árbol.
ESPECIES AFECTADAS:
Muchas plantas pueden padecer este daño, pero es frecuente observarlos en plantas típicas de suelos ácidos, como azaleas, camelias, cítricos, fresas, hortensias, rododendros, rosales, etc. Ocurre a menudo en suelos alcalinos, calizos, arenosos y sometidos a riegos con aguas duras.
SÍNTOMAS:
Los daños aparecen primero en las hojas más jóvenes, y no de manera uniforme por toda la planta; los nervios quedan verdes a excepción del resto que toma colores amarillos (cloróticos).
Si la deficiencia de hierro continua, los daños avanzan a toda la hoja y también a las más viejas.
Finalmente las hojas pueden arrugarse, secarse y caer; afecta a la estética y rentabilidad de la planta, ya que en condiciones severas puede anularse la floración y fructificación.
Si no tratamos de manera adecuada, la clorosis férrica puede provocar la necrosis de las hojas y terminar con una gran defoliación de nuestros ejemplares y en el caso de los árboles frutales, si los brotes se reducen de tamaño.
MEDIDAS PREVENTIVAS:
Utilizar plantas más tolerantes a la deficiencia mineral.
Se recomienda una analítica de suelo y agua, para contrastar valores de pH y salinidad.
Evitar suelos alcalinos (pH elevado) y riegos con aguas duras; eliminar el componente calizo.
Acidificar el suelo mediante aplicaciones de yeso, sulfato de hierro y turbas especiales.
En el caso de suelos pobres en hierro, realizar abonados para solucionar la deficiencia.
TRATAMIENTO:
Curar una planta afectada es muy complicado, por lo que es mucho mejor la prevención.
Para facilitar la recuperación de la planta afectada deben realizarse abonados a base de:
Quelatos de hierro, aplicados a suelo o vía foliar
Sustituir o mejorar el sustrato.
Fuentes: I+D+I Fertinyect , Endoterapia Arbórea.